El proyecto en 2016 sigue detenido, pero se dice que haye la posibilidad de un acercamiento entre indígenas y el gobierno para dialogar sobre la construcción de la carretera por el TIPNIS. La construcción de esta carretera supone la conexión entre Villa Tunari y San Ignacio de los Moxos por medio de una carretera que pasaría por el corazon del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS). Este proyecto comienza a pensarse en la década de los ochenta. La pretensión del gobierno de Evo Morales para para la construcción de la carretera pasan por la mejora para la comercialización-distribución de productos trabajados en la zona, la diversificación de la producción agrícola, la vertebración de una conexión Chile-Bolivia-Brasil mediante el “corredor bioceánico que uniría el Atlántico con el Pacífico”; y por último, la mejora de infraestructuras que puedan ayudar a no parar el tráfico en épocas de fuertes precipitaciones. Por la otra parte, los defensores de la no construcción de dicho proyecto exponen que bajo esos argumentos se esconden otros diferentes. Se comenta que detrás de la construcción de dicho vial se encuentran los cocaleros, que pretenden ampliar este tipo de plantación; los petroleros los cuales tienen proyectos de inspección en la zona; los madereros… Además se procedería a la explotación y destrucción de la selva, poniendo también, en serio peligro las culturas indígenas de la zona por la afección de nuevos pobladores foráneos. La construcción de esta infraestructura acarreará en si misma la extracción de áridos de las riberas de los ríos, trayendo consigo cambios hidromorfológicos severos.
En el 2011, según Míriam García de SERVINDI, alrededor de 1.500 indígenas se dirigieron hacia La Paz para manifestar su rechazo a la construcción de una carretera a través de su territorio ancestral, Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure, TIPNIS. La obra arrancó en 2011 con crédito de Brasil. García indica que “ Los estudios de factibilidad, evaluación ambiental y diseño final han sido divididos en tramos con el fin de facilitar la aprobación de las licencias ambientales de forma individual y aislada, y sin que se hayan llegado a evaluar los impactos del proyecto en su conjunto. La misma estrategia se ha seguido para llevar a cabo el proceso de consulta pública, que sólo fue realizada en los tramos externos sin la presencia de las organizaciones indígenas del TIPNIS, cuya postura ha sido sistemáticamente ignorada por los organismos estatales durante todas las fases del proceso.”
Casi dos años quedó paralizado el proyecto y además se perdió el financiamiento del vecino país. El TIPNIS es un área protegida de un elevado valor ecológico y cultural donde habitan los pueblos mojeño, yurakaré y t’siman. Los indígenas se oponen a la construcción de la carretera en medio de su territorio porque no los beneficiará, sólo los colonizadores, que se dedican a la producción de coca, accederán a ella.
Una de las más influyentes razones, para M. García es “el interés por parte de los campesinos colonos vinculados al cultivo de hoja de coca y asentados desde hace décadas en la zona sur del parque, de promover una ruta por el TIPNIS para acceder a nuevas tierras de cultivo (…). La enorme presión agrícola soportada en la región del Chapare ha provocado el avance de la colonización dentro del TIPNIS, que en la actualidad alcanza alrededor de 200.000 hectáreas de área colonizada.” El segundo factor sería el “ interés por parte del gobierno en hacer una ruta por el TIPNIS estaría relacionado con el peso primordial que las actividades extractivas tienen en la economía boliviana. (…) hay claros indicios de la existencia de reservas de hidrocarburos bajo el subsuelo del TIPNIS, cuya posible extracción se vería posibilitada por la carretera. De hecho, YPFB se adjudicó en octubre de 2010 más de 723.000 hectáreas de exploración y explotación de hidrocarburos dentro del TIPNIS, en el marco de un agresivo plan nacional de exploración de yacimientos cuyo objetivo expreso es incrementar las reservas de hidrocarburos del país para el año 2020.”
En el artículo de M. García también se señala un estudio realizado por Fundación Natura que dice que la carretera podría deforestar en los próximos 18 años el 64,5% del área protegida debido en gran medida al avance de la frontera agrícola vinculada al cultivo de hoja de coca que, por otra parte, agudizará los ya frecuentes conflictos entre pueblos originarios y campesinos colonos por la presión y el uso de la tierra.
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