Tepoztlán es un lugar famoso en el ambientalismo mexicano por la exitosa lucha contra un campo de golf en 1995, cuando se ganó una batalla contra el cambio de uso rural. Se argumentó entonces que si realizaba ese proyecto, "se afectaría severamente a la flora y fauna silvestres, a los mantos acuíferos, al suelo y a la población, en virtud de que un campo de golf requiere grandes cantidades de agua, de tierra y de agroquímicos que representan un serio peligro para la salud pública y el entorno natural. Además, el área adyacente donde se piensa construir el campo de golf, de zona rural pasaría a ser urbana, generando especulación".(7) En el 2013 hubo un bloqueo por el conflicto derivado de la ampliación de la carretera La Pera-Cuautla. [3] Comuneros y ejidatarios organizados en Frente Unidos en Defensa de Tepoztlán (FUDT) rechazaron el proyecto del gobierno federal, instrumentado por los gobiernos estatal y municipal. La constructora era la empresa Tradeco, cuyas maquinarias iniciaron la devastación de las tierras cultivables de los alrededores de Tepoztlán. En tan sólo una semana se registraron el desalojo policiaco del campamento de vigilancia del territorio, se desconoció al presidente municipal por incumplir su compromiso de defender la tierra y se usó a grupos de choque para confrontar a los comuneros. Un integrante del FUDT se puso en huelga de hambre y se instaló un campamento de protesta en el zócalo del pueblo. El domingo 28 de julio 2013 los ánimos se crisparon y no pudo realizarse la asamblea de bienes comunales. Cerca de trescientos hombres y mujeres llegaron en tropel gritando ¡Sí a la autopista!, mientras los comuneros de FUDT llaman a la cordura y a no caer en la provocación de los grupos de choque pagados por el gobierno y la constructora. Los 21 kilómetros con 60 metros de ancho están dividiendo a la comunidad. Los opositores al proyecto de ampliación están decididos a no dejar que una carretera destruya el ecosistema de la región, tierras altamente cultivables que les han dado de comer toda la vida; además de la flora y la fauna endémica. Los grupos que se manifiestan a favor alegan que habrá progreso y se mejorará el tráfico. El proyecto carretero contempla la expropiación y devastación de 125 hectáreas de territorio de Tepoztlán, con el consiguiente arrasamiento de esta zona, declarada reserva ecológica en 1937 por el gobierno de Lázaro Cárdenas. Aquí, afirma la profesora Osvelia Quiroz González, "se está cambiando la tierra por cemento. Donde hasta ahora ha crecido el maíz, pronto, si se realiza este proyecto, crecerán fraccionamientos y casas de campo para el turismo de fin de semana."[3].[1] Cuatro años después, en mayo 2017, "justo en el entronque entre el libramiento la Pera-Cuautla con el municipio de Tepoztlán, decenas de árboles fueron talados en una operación casi “de guerra”, en la que se involucraron unos 250 trabajadores con motosierras y en cuestión de horas deforestaron una enorme extensión de terreno para luego comenzar los trabajos de ampliación de la carretera.Esta operación tomó desprevenido al pueblo, que no pudo reaccionar sino hasta un día después, cuando realizó un bloqueo en los accesos al pueblo desde las 10:00 de la mañana, para demandar que las autoridades de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), para que detengan “el ecocidio” realizado por la empresa Angular. (8) Los más de 200 manifestantes decidieron a las 11:30 de la mañana, dividirse. Una comisión permaneció en el bloqueo y la otra tomó la autopista rumbo a Cuautla hasta llegar a donde los trabajadores de Angular continuaban la tala despiadada de encinos, ciruelos, guayabos, guajes y otras especies endémicas. Al llegar al lugar, los trabajadores salieron huyendo. Tomaron sus vehículos y escaparon a la furia del pueblo. Sólo una camioneta permaneció en el lugar y los vecinos discutieron si la quemaban o la dejaban así. Lo único que hicieron fue poncharle las llantas y luego regresaron al lugar del bloqueo.(8). Como reportaba La Jornada en las misma fecha de 2017 (2) la autopista La Pera-Cuautla avanza a contracorriente de la población de este municipio morelense, ignorando argumentos legales, violando derechos colectivos y dividiendo a las comunidades mediante coerción, corrupción o adoctrinamiento. Pobladores, comerciantes y organizaciones locales exigen al gobierno que acredite su derecho de vía y un permiso de las autoridades comunales para la ampliar la autopista en el territorio protegido por dos decretos presidenciales: Parque Nacional El Tepozteco (1937) y Corredor Biológico Ajusco-Chichinautzin (1988), así como por el Programa de Ordenamiento Ecológico y Territorial (POET) y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas. La maestra Osbelia, recientemente nombrada concejera del Concejo Indígena de Gobierno del Congreso Nacional Indígena, considera que si los pueblos de Tepoztlán no deciden el destino de sus tierras y frenan las obras, "lo terrible será lo que viene, éste dejará de ser un pueblo, ni ciudad va a ser, no habrá agua, meterán el club de golf al que tanto nos hemos opuesto, megatiendas y una autopista que va a dañar profundamente nuestra existencia cotidiana".(1). Lo que ocurre en este municipio de raíz nahua, reputado como cuna del mismísimo Quetzalcóatl, es como lo que experimentan muchos pueblos y regiones del país: grandes autopistas, megaproyectos turísticos, estratosférica especulación inmobiliaria. Pero el pueblo de Tepoztlán ha demostrado ser diferente durante anteriores embates del desarrollismo agresivo con los oportunos permisos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), a la cual los tepoztecos inconformes consideran cómplice de la ofensiva urbanizadora y carretera. Según Frentes Unidos, las obras devastarán directamente 121 hectáreas cubriéndolas de asfalto, e indirectamente cientos de hectáreas más. Si según datos oficiales se talarán unos 3 mil árboles, se prevé un número mucho mayor. A los cinco carriles planeados se añadirán nueve casetas en la entrada del pueblo y otras tantas en los accesos de las comunidades. Los pozos, sobrexplotados por las obras, lo serían más aún; peligran con secarse, y existe ya un conflicto con los piperos por proveerles agua a las firmas constructoras, que consumen millones de litros. La madrugada del 19 de mayo 2017, 100 taladores devastaron amplias extensiones arboladas en las afueras de la cabecera municipal y tramos hacia Santiago Tepetlapa, mientras la población dormía. Con obras "de regalo", canonjías y promesas, las autoridades han dividido comunidades y familias. Tienen aliados, como la organización de transportistas que lidera el ex alcalde priísta... ; fueron ellos quienes, como grupo de choque, obligaron al plantón opositor instalado en la entrada del poblado a mudarse a la presidencia municipal. (2). (See less) |