La compañía Colbún (en asociación con Enel/Endesa) promovió la construcción de la presa Angostura a finales de los 90 en una atmósfera de insatisfacción transversal entre las comunidades de Mapuche Pehuenche en la región de Biobío. El potencial productivo, el turismo y la protección del medio ambiente conciliaron la colaboración de mínimo con las comunidades afectadas que se encuentran en las instalaciones en la argumentación de los promotores del proyecto. Algo que parece no ser traducido a la realidad hoy en día. El Mapuche Pehuenche y las comunidades vecinas locales se quejaron [1] [2] [5] que la presa (con potencial instalado de 316MW) inundaría una tierra sagrada de alto valor ecológico y solicitó su inclusión en la lista de herencia humana mundial. La región de Biobio ha sufrido durante mucho tiempo intervenciones destructivas, que incluyen los otros tres proyectos hidroeléctricos Palmucho (32 MW), Ralco (690 MW), Pangue (467 MW). Los movimientos sociales que se organizaron de inmediato en objeción al embalse terminaron criminalizados, delegitimaron y aniquilaron la intervención de la policía de Trough, mientras que las comunidades fueron reasentadas sin una consulta adecuada [1]. En 2014 la planta fue inaugurada. En ese momento, la población local estaba pagando el mayor costo de la electricidad en todo el país, a pesar de vivir al lado de la planta hidroeléctrica [3]. La mayoría de las personas se adaptaron a vivir sin electricidad debido a la imposibilidad de pagar los costos. Solo dos años después, el gobierno chileno aprobó una ley con el objetivo de igualar los precios entre los centros urbanos mayores y menores [4]. Como hoy, toda el área alrededor del embalse de la presa se promueve como un atractor turístico [6] |