El proyecto de energía eólica que se desarrolla desde el año 2001 en el departamento de la Guajira, surgió como una alternativa que permitiera la obtención de energía a través de mecanismos limpios, pero que en su puesta en marcha y desarrollo ha generado importantes consecuencias para las comunidades indígenas que habitan este territorio. El parque eólico Jepirachi se ubica en la zona de Puerto Bolívar y el Cabo de la Vela, en Inmediaciones del municipio de Uribía, capital indígena de Colombia, en el resguardo indígena Wayuu. El área es árida, escasamente poblada, y de pobre desarrollo; en donde las comunidades han aprendido a vivir bajo los parámetros que la naturaleza permite, paradójicamente es un área con gran cantidad recursos de combustible fósiles, la Guajira posee la mayoría de los campos del carbón de Colombia. Empresas Públicas de Medellín EPM, ha sido el gestor de esta iniciativa junto con las correspondientes autoridades locales y nacionales. En su objetivo de mantenimiento y óptimo funcionamiento, EPM ha contactado la solución de Industrias Ectricol. Jepirachi, que significa vientos del nordeste (vientos que vienen del nordeste en dirección del Cabo de la Vela) en Wayuunaiki, la lengua nativa Wayuu, es el primer parque para la generación de energía eólica construido en el país. Jepirachi, es un proyecto de investigación de energía limpia y renovable con miras al desarrollo de una nueva alternativa de abastecimiento energético para el país. Tiene una capacidad instalada de 19,5 MW de potencia nominal, con 15 aerogeneradores de 1,3 MW cada uno, sometidos a los vientos alisios que soplan casi todo el año en esta parte de la península, a un promedio de ,8 metros por segundo. Las máquinas están distribuidas en dos filas de ocho y siete máquinas respectivamente, en un área aproximada de un kilómetro de largo en dirección paralela a la playa y 1,2 kilómetros de ancho al norte de la ranchería Kasiwolin y al occidente de la ranchería Arutkajui. El parque entró en operación comercial plena el 19 de abril de 2004, y hace parte de un programa mayor para el aprovechamiento de la energía eólica en la Alta Guajira. Jepírachi está registrado como Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) por la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático. Fue uno de los primeros proyectos MDL firmados en el país y uno de los primeros en todo el mundo, lo cual se constituye en un hito importante en la historia del mercado del carbono. Igualmente las metodologías de estimación de emisiones y sobre todo las de concertación del proyecto con la comunidad Wayuu, fueron consideradas como ejemplares por el Banco Mundial y como referencias obligatorias para el desarrollo de proyectos similares en otras partes del mundo. Su gestión social se basa en el respeto de la integridad étnica y cultural de la comunidad Wayuu, en el establecimiento de relaciones de confianza y en la búsqueda de la equidad y el beneficio mutuo. Sin embargo, tan bello panorama empezaba a perder su color, debido a que una expedición de por lo menos 45 personas quienes buscaban reconocer las problemáticas sociales y ambientales en la Guajira, determino lo siguiente: El parque eólico de Jepirachi que se vislumbraba como la alternativa de un proyecto energético más sustentable, al servicio de los pobladores, no brinda oportunidades para los habitantes de las comunidades Arutkajui y Kasiwolin. La gente nos hace saber que mientras las Empresas Públicas de Medellín -EPM- convierten el viento en ganancia a través de las negociaciones de comercio de emisiones, ellos no reciben ningún watio de esta energía. Sin embargo, ellos nos enseñan la publicidad que EPM utiliza para vender supuestos beneficios sociales y aportes a las comunidades. Los Wayúu se sienten engañados por la empresa, mientras viven en medio del proyecto que ha transformado drásticamente su paisaje. Es apreciable la riqueza energética de esta región, sin embargo el pueblo guajiro está cada vez más empobrecido y su cultura más amenazada que hace unas décadas cuando varios de estos proyectos iniciaron. El territorio se vacía cada día de materia y energía, el carbón se va, el gas se va, muchos de los suelos productivos se van con las lluvias y desaparecen, el trabajo se va, el agua limpia se acaba, el río pierde sus aguas y la gente se queda sin trabajo, sin recursos, sin agua; parece que hasta el buen vallenato se acaba. Sólo quedan los basureros, el lodazal, los empaques y las bolsas plásticas que inundan el mar y las calles, y los niños y las niñas desnutridos escarbando entre las basuras. Las gentes pagan cifras que consumen sus escasos ingresos para obtener unos pésimos servicios públicos. La energía que reciben es de mala calidad y se les suspende el fluido intermitentemente; el agua es poluta y las basuras les agobian. Un pequeño grupo trasnacional se queda con los beneficios y algunos de los ricos y los políticos medran a su alrededor. En la actualidad, esta región refleja la ausencia de encadenamientos productivos relacionados con la energía eólica, no existen industrias y sectores como el comercio y el transporte. En cuanto a los indicares sociales del departamento, la correlación de la influencia de este importante proyecto queda mediada por aspectos que favorecen a otros y no a las comunidades en realidad, finalmente el índice de condiciones de vida de La Guajira es el cuarto más bajo a nivel nacional. (See less) |