Debido a las históricas inundaciones en la capital de México, desde el año 1607 se excavó una ruta para desecar los lagos de la cuenca de México a través de la zanja de Nochistongo y para el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se planteó un desagüe mediante la construcción de un Gran Canal y dos túneles que desfogan hacia Tequixquiac, que desde 1900 expulsan los drenajes de Ciudad de México al río Salado. En 1975, en plena explosión demográfica se inauguró el drenaje profundo o Túnel Emisor Central (TEC), y en 2019 el Túnel Emisor Oriente (TEO), obras que trasvasan el agua en una sola dirección: el río Tula y el Valle del Mezquital, en los límites del actual estado de Hidalgo y el Estado de México [1][2][3]. En 2005, ecologistas e investigadores locales dieron a conocer que la ONU declaró a la ciudad de Tula y sus alrededores como la zona más contaminada del mundo. El ambiente en general alcanzó altos niveles de metales pesados como plomo y cromo, incluyendo a la Presa Endhó, un embalse del río Tula que también contiene lirio acuático. En ese sentido, se sugiere que el proceso de urbanización, y principalmente de industrialización, está relacionado con el aumento de padecimientos dermatológicos, respiratorios, gastrointestinales, mentales, e incluso con malformaciones encefálicas y genéticas entre habitantes de las cercanías, incluyendo la vida acuática del río [4][5]. Se sabe que en 2008 el gobierno de Hidalgo impulsó una Evaluación Epidemiológica y Ambiental de la Región Tula-Tepeji, un corredor industrial en el que se asientan más de 100 empresas, incluyendo una refinería, una termoeléctrica y varias cementeras que vierten sus residuos al río Tula, cuerpo que además recibe aguas negras de la capital y el norte del Valle de México. Sin embargo, aunque la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) considera que el conjunto de estos problemas configura uno de los infiernos ambientales más preocupantes en México, los resultados de los estudios en aire, agua y suelo y epidemiológicos, siguen siendo desconocidos [6]. El año 2008 también estuvo marcado por las fuertes lluvias e inundaciones en el Valle de México, que terminaron desbordando los ríos Rosas y Tula en el sur de Hidalgo [7]. En ese contexto, pese a los antecedentes de inundaciones que ubicaron a Tula en el Atlas de riesgos de Hidalgo por la misma causa desde 2009, las autoridades decidieron seguir adelante con el proyecto que conforma el TEO y la Planta Tratadora de Aguas Residuales (PTAR) Atotonilco para trasvasar hacia el río Tula las aguas negras y los escurrimientos que antes iban a los lagos de Xochimilco, Chalco y Texcoco [8][9]. El TEO fue anunciado en 2007 como parte de un Programa de Sustentabilidad Hídrica de la Cuenca del Valle de México. Es un mega drenaje que comienza en el río de los Remedios y desfoga cerca de la Planta Tratadora de Aguas Residuales (PTAR) Atotonilco, hasta llegar al cauce del río Tula y las presas y canales que lo regulan. Este túnel se construyó entre 2008-2019 con un costo que triplicó la proyección inicial, y se trata de una obra que tiene el objetivo de evitar o reducir las inundaciones en la Ciudad de México y su Zona Metropolitana mediante la expulsión del agua hacia la cuenca de Tula y las zonas de riego en el Valle del Mezquital, Hidalgo [10][11][12]. En 2017 surgieron voces a favor de la conservación del río Tula dada su incapacidad para recibir un estimado de 410 metros cúbicos por segundo (m3/s) de agua, de los cuales 150 m3/s provendrían del TEO. Las autoridades estatales solicitaron $1,400,000,000.00 equivalentes a 71,620,500.00 USD para las “obras y acciones de protección contra inundaciones sobre el río Tula”, que contemplaban la tala de ocho mil árboles [13][14]. Aquel año las organizaciones locales lograron suspender algunos tramos del proyecto pese a la tensión entre trabajadores y defensores, entre dependencias federales y municipales [15]. Un visitante de la Corte Internacional de Arbitraje Ambiental (CIAA), Ramón Ojeda, calificó de ecocidio la tala de 1.800 ahuehuetes de 30 metros de altura que son irrecuperables ante unas promesas de mitigación insuficientes y no específicas en las obras. Asimismo, externó preocupación por el colapso del medio ambiente en Tula debido a las industrias asentadas en el municipio, por lo que vio la necesidad urgente de proceder legalmente para cancelar las obras en el río [16]. A pesar de lo anterior, a finales de 2019 el TEO inició operaciones sin tomar medidas preventivas. Dos años después, desde la madrugada del día 6 y durante todo el 7 de septiembre de 2021, los habitantes que se hallaban en las cercanías del río en Tula de Allende fueron sorprendidos por la fuerza y rapidez con la que el agua salió por coladeras y se retiraron hasta alcanzar 2 metros de altura [17][18]. Según el informe de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), esos días circularon hasta 610 m3/s de agua en el río Tula a pesar de que en ese momento su capacidad era de 230 m3/s, ocasionando desbordamientos e inundaciones de al menos 9 comunidades solo en el municipio de Tula de Allende [19][20]. Dependiendo de la fuente, se habla de entre 14 y 17 personas fallecidas al interior del Hospital General No. 5 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tula como consecuencia de la inundación [21][22][23][24 ][25]. Los censos independientes estiman pérdidas en $733,320,000.00, equivalentes a 37,514,817.90 USD por afectaciones a 2,425 viviendas y 3,123 negocios [26][27]. En cambio, el gobierno municipal de Tula y el Secretario del Medio Ambiente estatal estiman $1,800,000,000.00, equivalentes a 92,083,500.00 USD solo para las acciones prioritarias de rescate del río y reconstrucción de vialidades [28]. Como reparación de daños, la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA) repartió $10,000.00 en efectivo, equivalentes a 511.57 USD por familia, así como algunos enseres básicos. Los alertamientos del Centro Regional de Prevención de Desastres (Cenapred), así como los reportes oficiales del Sistema Meteorológico Nacional (SMN), CONAGUA, Protección Civil, el IMSS y las autoridades municipales, entre otros, exhiben una descoordinación profunda, falta de comunicación, y marginación de Hidalgo en la toma de decisiones durante el desalojo de aguas en el Valle de México que provocaron las inundaciones en Tula [20][32][33][34]. Inicialmente, en un manejo tramposo de la información se habló de lluvias atípicas y causas naturales [21][35]; pero el propio informe de CONAGUA deja claro que no fue la lluvia local, sino los escurrimientos de los ríos, presas y las obras del desagüe del Valle de México y el estado de Hidalgo, lo que afectó la inundación [19]. Hasta ahora no hay sanción alguna y la conclusión de las autoridades es que la inundación fue inevitable, incluso sugirió que la responsabilidad recae en los opositores a la ampliación del río durante 2017 [24][36]. No obstante, para la Auditoría Superior de la Federación no hay claridad en el proyecto ni una comunicación eficaz con los opositores [37]. Por el contrario, distintos actores coinciden en que la inundación y situación de abandono del río en Tula evidencian el clasismo y discriminación territorial en las decisiones de los operadores del sistema de drenajes, cuyo objetivo es salvar los intereses político-económicos de la Ciudad de México mediante la externalización del problema de las inundaciones hacia zonas periféricas como Ecatepec y Nezahualcóyotl en el Estado de México, y en última instancia hacia el río Tula y el Valle del Mezquital, en Hidalgo [20][35][38][39]. Algunos investigadores que han opinado sobre el tema son Arturo González, de Manos a la Cuenca y Pueblos de Atenco, que señala al director del Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México, Víctor Burguett Ortíz, como responsable de la decisión de inundar a Tula para mantenga a salvo sus aviones inmobiliarios en el territorio del lago de Texcoco. El ingeniero civil y doctor en antropología por la universidad de Princeton, Deam Chaím también concluye que la anegación es consecuencia del fracaso del paradigma de expulsar de golpe las aguas negras del Valle de México y las pluviales hacia el Valle del Mezquital. Igualmente, la investigadora Victoria Ortega Morgado informó que los habitantes fueron de manera prolongada a los virus y otro tipo de biológicos peligrosos en las aguas negras. Por otro lado, desde los primeros meses de 2022 la Secretaría de Marina (SEMAR) ocupó de manera temporal el río con maquinaria y personal ante los temores de una nueva inundación y del potencial conflicto entre simpatizantes y opositores de las obras [41][ 42][43][44][45]. En tanto, la empresa IROL corporativo SA retomó el proyecto de desazolve y rectificación de 3.7 km lineales que implica talar al menos 280 árboles, el revestimiento con concreto de 2.8 km [46][47], y el derrumbe y modificación, aparentemente sin ninguna planeación, de varios basamentos y puentes considerados patrimonio histórico [48][49]. El día 6 de septiembre de 2022 los damnificados, familiares de las víctimas y ambientalistas locales realizaron diversos actos en el marco de la primera conmemoración de la inundación en Tula, con énfasis especial en los fallecidos del Hospital Gral. Del IMSS Zona Número 5 [35][50]. En ese sentido, organizaciones como la Red de Conciencia Ambiental o la Asamblea de Damnificados insisten en una solución integral al conflicto del río Tula y el desagüe del Valle de México, a fin de respetar su derecho a la justicia, a un ambiente sano, y para preservar los ciclos biológicos, hídricos y geológicos de Hidalgo y el Valle del Mezquital que siguen siendo alterados por las obras [30][39][44][51][52][53][54][55]. (See less) |